El desafío digital. Un post de Iván Rodríguez
En estos tiempos de marcado signo digital, debemos afrontar cada dificultad que se nos presente llenos de capacitación y de solvencia profesional en aras de conseguir no sólo la tan cacareada transparencia –institucional y procedimental–, sino sobre todo para tener margen de maniobra de cara a futuras modificaciones e incertidumbres.
Que vivimos –al menos en esta orilla de Occidente– en plena época de revolución tecnológica resulta algo ya innegable, ahora que el acceso a la Red y la utilización masiva de los dispositivos móviles se tienen como premisas fundamentales del desarrollo humano. De hecho, cada vez se manifiesta el uso de estos móviles y tabletas a edades más tempranas, y su repercusión está generando un nuevo modus vivendi y una nueva sensibilidad (o insensibilidad) en todas las capas de la sociedad. El reciente 30º aniversario del nacimiento de la web no es más que el recordatorio diáfano de que estamos ante la generalización de la cultura binaria.
El reciente 30º aniversario del nacimiento de la web es el recordatorio diáfano de que estamos ante la generalización de la cultura binaria
En este contexto, quienes nos dedicamos a trabajos de digitalización, relacionados con el tratamiento y la gestión archivística del patrimonio documental e histórico, tenemos una doble responsabilidad insoslayable. Por una parte, la aplicación de métodos eficientes que garanticen la preservación digital de los elementos, y por la otra, la difusión de un conjunto de buenas prácticas de actuación, cuyo objetivo no puede ser otro que el llegar al mayor público posible. En el mundo global, los guardianes del secreto no tienen cabida.
De esta manera, la elaboración de descripciones precisas, su correcta inserción en bases documentales bien estructuradas y la introducción de los metadatos correspondientes, a través de modelos y estándares como Dublin Core, Mets o Premis, permiten alcanzar esa primera meta. Si bien en esta fase se produce la trascendental batalla por los formatos perdurables (jpeg, tiff, xml…), el resultado más claro es la vía hacia la interoperabilidad de los datos y su reutilización, asunto de nuevo importante dentro de una realidad sin fronteras. Los guardianes del secreto sepultan consigo las torres de marfil.
En el mundo global, los guardianes del secreto no tienen cabida
Mientras, para el segundo objetivo entran en juego aspectos pedagógicos como la ejemplificación de casos exitosos ya realizados –dígase Europeana o cualquier otro de los tantos existentes–, la promoción de más y nuevos proyectos a emprender, o incluso la simple definición de conceptos y metodologías a ejecutar, con campo también abierto para la explicitación de software y medios materiales. En definitiva, que la sociedad comprenda el significado y el alcance de lo que es la digitalización.
En este compromiso, que aúna tanto deberes prácticos como comunicativos, creo que es en el que debemos incidir cotidianamente. Una involucración personal y social que predisponga a las personas para encarar con mejores perspectivas el desafío al que nos enfrentamos. Todo lo contrario hará ahondar la brecha digital entre aquéllos que sí saben responder y los que sólo saben preguntar.
Autor del post
José Iván Rodríguez (Gran Canaria, 1981) es archivero y miembro de la Junta directiva de Asarca, la Asociación de Archiveros de Canarias. Licenciado en Historia por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y máster en Bibliotecas y Patrimonio Documental por la Universidad Carlos III de Madrid, José Iván ha trabajado en varios archivos y fondos documentales ubicados en su isla natal (la Fundación Juan Negrín, el Archivo Municipal de Arucas, el Museo Canario, los fondos de fotografía histórica de la FEDAC…). Actualmente se encuentra realizando su tesis doctoral, sobre la aplicación de los catálogos de autoridades.